Por Luis María Ruiz - Redacción LA GACETA
Lo de Ema Hortencia Gómez fue una bomba. Habló de drogas, de sexo, de muerte. Por primera vez, rompió el silencio en la causa por el crimen del juez Héctor Agustín Aráoz (que ayer volvió a ser Agustín para la ex agente). Pero, cuando parecía que al fin daría detalles sobre lo que pasó el día del asesinato, rompió en llanto y cortó su relato. ¿Por qué?
Aunque parece ser una mujer impulsiva, está claro que su declaración no fue una mera reacción a las acusaciones de Alejandro Darío Pérez. Todo lo contrario. Ella midió sus palabras y sus gestos; se refirió a lo que le convenía; y, luego de encender la mecha, desapareció de la sala.
Las esquirlas de la explosión no sólo tocaron al ex oficial Pérez. Ema Gómez también mencionó a otras personas. Y dejó un mensaje claro: si no quieren que vuelva a hablar, mejor no hablen de ella.